Ella y yo vivimos un amor,
de todos los veranos,
bajo apagadas luces de ojos,
probé a ser ciego a su lengua,
que no era mal,
que femenina y era para mí,
dimos vueltas,
perdimos ser trenas y algo en el hogar,
un clamor nos desvistió,
quise hogarme y unirme,
su pelo lacio incendio miradas,
de intolerantes almas,
en sus pies encontró el camino,
hasta un cuerpo de mujer,
y en sus manos,
llenas de mi jugué a ser Dios,
hay dos bocas,
respirándole en un mismo mar,
que ya,
invadió mis entrañas,
regresí sin hogar y unirme,
el tren partió ese verano,
y ya,
otras bocas y cuerpos